4. Chengdú

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7 de junio: llegada a Chengdú.

Después de tanta leyenda urbana acerca de la aviación china, nos quedamos impresionados por los aeropuertos, por los aviones y por el servicio que ofrecen. Muy alta calidad. Han invertido mucho y bien en aviones nuevos. Los aeropuertos tienen última tecnología en material de facturación, así como un personal muy servicial.
Ya quisieran muchas de nuestras compañías estar a su nivel, y lo siento mucho por quién se sienta dolido por este comentario, pero es indiscutible. La puntualidad, escrupulosa y meticulosa. El único avión que se me retrasó en todo el viaje fue el de regreso de Madrid a Tenerife (¡Qué raro!)

Desgraciadamente, no pudimos llegar temprano a Chendú como sucedió en Xi´an. Allí nos estaba esperando un Chino con un cartelito, con algo escrito en un papel, que parecía mi nombre (P€DEDROP), quién nos condujo en un minifurgón al hostal que habíamos reservado la noche anterior, no sin antes, casi tener un accidente, porque al tomar el carril de desaceleración, uno, que se había equivocado de salida, venía dando marcha atrás, para volver a la autopista...cosas de la conducción china...
Después de un rato de intento de comunicación, uno de los empleados del Lazy Bones, (albergue que también recomendamos, muy nuevo, moderno, cómodo y con una comida buenísima), salió con su boli en mano, y con nuestra libreta, conseguimos entendernos escribiendo palabras sueltas en inglés y haciendo dibujitos...¡ Lo que nos reímos todos los que estábamos en recepción, cuando para explicarnos como llegar a los pandas, el tío empezó a dibujarnos caritas de ositos, pero bien hechitas eh!
Recomendado por él, esa misma tarde, y después de un suculento almuerzo a base de pasta, la empleamos en recorrer el jardín WenShú y sus preciosas calles de alrededor. Al día siguiente aprenderíamos que es mejor hacer caso a los lugareños, que ir a los sitios que marcan en las guías. Este parque con templo budista, era el mejor de los tres de la ciudad, el único con entrada barata. Los otros dos que veríamos más adelante, aparte de caros, el que tenía mejor crítica (que era carísimo), estaba hecho un auténtico vertedero de basura.

El WenShú, tenía un exquisito jardín, lleno de pequeñas charcas, y un templo con monjes cantando sus plegarias, que le daban un toque muy poético. Luego, al descubrir que el aparcamiento estaba repleto de cochazos, propiedad de los monjes, te das cuenta, de que hoy en día, es todo una "pantomima" turística.

Nos encantó el Wenshú
y nos divertimos mucho bromeando:

Detrás del templo, a la salida del jardín, hay una cuadra de calles, muy pintorescas y muy bien adornadas con Bonsáis y arbolitos. Nos gustó mucho ese paseito, en el que ya vimos que la gente, según vas descendiendo el país, está cada vez, más occidentalizada, por así decirlo. Sé palpaba un poco más de nivel económico que en las anteriores ciudades que habíamos visto, tanto en la conservación de la ciudad, como en la manera de vestir y en la de moverse de sus paisanos.Cuando expiraba la tarde, recalamos en el Parque de la Gente, un maravilloso espacio público, en el que la gente se reune para sus actividades, igual que en la Pagoda del Ganso en Xi´an o en el Templo del Cielo de Pekín.Pasamos un muy buen rato en ese sitio, disfrutando del buen rollo que se respira, en estos espacios que tienen los chinos para relajarse.

Como de costumbre, los únicos "guiris" eramos nosotros, por lo que todo el mundo estaba pendiente de nosotros, saludándonos, invitándonos a que participásemos en sus bailes...nosotros lo dedicamos a observarlos "embobados", admirándolos por su aparente falta de sentido del ridículo y envidiándolos. Los fotografiábamos y ellos posaban para nosotros. si la foto era para algún niño, pues los padres se apresuraban a levantarle las manitas para que nos dijeran : ¡¡¡HAALOOO!!!
Pasear Chengdú, fue una experiencia extraordinaria:

8 de junio: Centro de cría de Osos Panda.


Mientras más pienso que ni se nos había pasado por la cabeza, ir a visitar a los Osos Panda Gigantes, menos lo comprendo.


Para un amante de los animales como yo, hubiese sido un fallo imperdonable no haber ido por allí.

Gracias a que la suerte estuvo de nuestro lado y a que Mari nunca le pone pegas a nada, todo lo contrario, muchas veces te tienes que callar, porque si no, es ella la que después de decir: "vale", te arrastra hasta allí, pudimos ver estas maravillas que aún sobreviven al peor de los depredadores: los humanos.

Son enternecedores, graciosos, "pachorrentos" y todo lo que nos podemos imaginar cuando los vemos por la tele, multiplicado por cien, cuando los ves en directo.


El gran descubrimiento para mi, aunque ya había oído vagamente hablar de él, fue el pequeño primo del Panda Gigante, el Panda Rojo.









Un precioso animalito, que cuando uno lo mira, no sabe bien si es un oso, un gato, un mapache...




...Pero, la ciencia ha demostrado y confirmado, que realmente sí que es un oso, en miniatura, eso sí.



Una de las raras maravillas animales, que aún nos quedan:

El resto de la tarde, lo dedicamos a pasearnos lo que nos faltó de la ciudad. Fuimos a los otros dos grandes parques recomendados a los turistas, el Wuhou y el del Templo del Carnero Verde. Claro, después de haber visto el día el mejor de todos, pues estos nos parecieron excesivamente caros.

 Más, el más famoso y recomendado por las guías, Wuhou, que está en un lamentable estado de conservación, cuya parte trasera del jardín, es un auténtico vertedero de basura. Lo único, por lo que quizás es famoso, es por las calles traseras, que están llenos de ventorrillos y que a los lugareños eso parece darles igual y llenan el salón de Té, que tiene al aire libre.



El templo del Carnero Verde, no es que esté mal, pero si lo comparas con el WenShú, no entiendes la diferencia de precio, pues el segundo, está mucho mejor.

Tuvimos tiempo también, de hacer una breve parada en el Barrio Tibetano. Ciertamente la gente aquí tiene los rasgos típicos de los asiáticos del Tibet. Pero es una parte de la ciudad tan pobre, que tras un corto paseo por dos calles, tuvimos que salir "pitando" de allí.

Al vernos, se nos echaban literalmente encima, a pedirnos limosna y no se cortaban un pelo en usar a los niños para ello, cosa que a mi me indigna muchísimo, porque aunque veas que los están usando para sacarte lo que puedan, se nos rompía el corazón al ver a niñas de seis a siete años, sucias las pobres, pidiéndonos dinero.


Una de la anécdotas del día, que llevábamos muchas, sobre todo por que no sé lo que me pasaba en Chengdú, pero me lo pasé equivocándome de chino todo el tiempo. Y la Mari, que me dejaba hablar con ellos, que me sonreían en todo momento, como pensando: "de qué me está hablando el tipo éste", hasta que ya no podía desternillarse más y me decía, que este chino no es con el que hablamos esta mañana...en fin, que jodia...pues como decía, una de las anécdotas, es que vimos un Carrefour, e ilusos de nosotros, entramos corriendo a ver si podíamos comprar algo de comida de la nuestra...allí no casi había nada que pudiésemos comprar, pues, o estaba todo escrito en chino y no sabíamos lo que era, o lo que veíamos empaquetado al vacío era comida rara de las de ellos. Eso sí, lo que compramos, a precio de cachondeo. Cuando ves los precios de las cosas, te das cuenta que aquí mucha democracia, pero nos tienen engañados por todos lados.
A la salida, nos esperaba un "diluvio". Aunque nos pusimos los chubasqueros, fue un reto parar un taxi mientras nos empapamos como bobos. Como una hora y media nos costó conseguir uno, en dura pugna con los chinos que se nos colaban por todos lados. Es superdifícil pillar un taxi en hora punta en China, según se paran para bajar gente, te tienes que pegar a la puerta y según salga la gente, tirarte dentro, si no, te lo quitan y no te explicas como y por dónde pasó el chino que se te ha colado. 



Aunque al día siguiente, Aún dormimos en Chengdú, lo que fuimos a visitar, se merece una página para él solito. El Gran Buda de Le Shán.